Ten paciencia. Las cosas están pasando tras bambalinas y no se pueden ver en la superficie. –Mandy Hale
En mi primer blog (estoy segura que todos lo han leído, y si no, deberían), describí lo que quería lograr en mi búsqueda de una vida de éxito: desconectarme de mis aparatos un poco y conectarme conmigo. Estoy tratando de reconectarme conmigo misma, estar presente en el momento y dar todo de mi en lo que estoy haciendo. Me gustaría compartir mi viaje con ustedes.
Comencé practicando meditación todos los días, un devoto tiempo concentrado para:
- Poner atención en lo interno y permitir a mi mente y cuerpo conectarse mutuamente;
- Conectarme con mis sentimientos en lugar de mis pensamientos;
- Alcanzar la paz interior (por ejemplo, claridad).
Así que… aparté tiempo en mi calendario, como lo haría con cualquier cita importante. Después de todo, si programo tiempo para ir al gimnasio para tener salud y condición física, ¿por qué no haría lo mismo para un ejercicio mental y mantener la condición de mi mente y espíritu?
Aunque estaba convencida de que 10 minutos al día de poner atención en cómo me sentía en el aquí y ahora harían sentirme mejor, encontré una alberca quita en una esquina de mi mundo y me eché un clavado en lo profundo, de cabeza (intencional juego de palabras).
Mantuve un diario mental de mi curva de aprendizaje:
Día 1 – No podía sentarme quieta. Me movía en la silla y mi mente estaba por ningún lado. Me pareció difícil calmar el tráfico interno y poner atención. Estaba preocupada por hacerlo bien. El ejercicio no fue un cambiador de vida.
Día 2 – Parece que no hice nada más que aguantar mi respiración. Me senté en la orilla de la silla y me levanté y caminé por el cuarto cuando mis pensamientos trataron de invadirme y romper la paz. Traté de dejarlos pasar por mi mente y regresar para poner atención en mi respiración. ¡Frustrante!
Día 3 – Hay mucho ruido en mi cabeza… pensamientos de una vida donde estaba más presente estaban codeándose con listas de miles de cosas por hacer –como qué empacar para el viaje que se acerca. No podía apagar mi mente agitada y alejarme de mis pensamientos. Encontré aún más inquietante tratar de apagarlos.
Día 4 – Opté por un espacio más natural pues me llamaba un jardín cercano con una calmante cascada; cuando hacía un mes, no hubiera podido ni siquiera entrar en este espacio abierto a la mitad de mi día de trabajo. A través de los años, probablemente he caminado este pintoresco lugar distraídamente, más veces de las que pueda contar. Los pensamientos al azar que se aceleraban en mi mente se parecían al ajetreado tráfico de peatones que camina por las banquetas. ¡Mucha distracción! No me sentía iluminada o transportada a otro lugar.
Día 5 – Muchos pensamientos flotan hacia la superficie. Se sentía como si tuviera muchos más pensamientos revoloteando en mi cabeza que cuando empecé el primer día. No podía callar el ruido en mi cabeza. Parecía que no podía estar en el espacio donde debía de estar. Nada caía en su lugar. La práctica era todo menos refrescante.
Como productora de eventos y de televisión, uno podría imaginar que mi vida nunca está en silencio; se agita entre estructuras, procesos y calendarios, requiere la atención a un millón y medio de detalles. Así que el silencio que acompaña la meditación es un tanto ensordecedor. Antes de probar la meditación, ¡pensé que administrar programas de hospitalidad para miles de personas de todo el mundo durante las Olimpiadas era algo difícil! ¡Esa era mi definición de dificultad! De alguna manera traer a mi mundo más cerca de casa es aún más difícil.
Mi configuración predeterminada es siempre estar haciendo algo. No está en mi DNA estar quita o existir sin estimulación externa. Antes de empezar a meditar, nunca me senté para sólo ser, para dar un espacio a mi mente para sólo ser por poco tiempo. Comunicarme conmigo misma en un nivel personal es algo lejano para mi. Remover todos los estímulos externos y simplemente experimentar una relación con mi mente era un músculo que no creía que se podía entrenar. Continuaba repitiéndome a mi misma, “Sólo déjalo ser, deja que suceda.”
El esfuerzo por meditar –al menos para mi—parece crear más inconformidad que armonía, por ahora. Tal vez sea importante recordarme a mi misma que sólo soy una principante en esta nueva manera de relacionarme con el mundo y con mi ser interior. La meditación es otro paso para redefinir el éxito en mi vida desde una perspectiva altamente personal y poco familiar, un proceso que puede en ocasiones ser incómodo. Aprender a quedarme quieta y escuchar el silencio en el camino hacia la auto-consciencia es una habilidad que se adquiere.
Continuaré con noticias sobre mi progreso. Manténganse bien. Manténganse en paz. Y manténganse conectados para el próximo episodio de este viaje.